martes, 10 de febrero de 2015

ASCENSIÓN MENDIETA BUSCA A SU PADRE. Ana Messuti.



Son muchos ya los años que van transcurriendo 

desde que Ascensión Vargas Mendieta está 

buscando a su padre. Sabe que ha sido asesinado, 

también sabe dónde se encuentran sus restos, pero 

nunca ha podido darle la sepultura que todo ser 

humano merece.


Ascensión se ha presentado como querellante en la 

causa argentina que lleva adelante la Juez Servini de 

Cubría en Buenos Aires. Incluso ha viajado a la 

Argentina para testimoniar en el Juzgado (durante el 

viaje cumplió 88 años).


En una audiencia en la que la Juez argentina recibió 

a todos los declarantes que habían viajado desde 

España, y cuando ofreció la palabra a los presentes, 

Ascensión  la tomó para pedirle  sólo una cosa: que 

la ayudara a exhumar los restos de su padre, porque 

cuando muriese, quería llevarse consigo uno de sus 

huesos. La Juez le prometió que haría todo lo 

posible.


Este es el comienzo de la historia de un exhorto. Un 

exhorto que el Juzgado argentino ha enviado el 18 

de febrero de 2014 y que fue destinado al Juzgado 

de Instrucción  Nº1 de Guadalajara, dado que los 

restos del padre de Ascensión se encuentran en una 

fosa común en el cementerio de dicha ciudad. No se 

trata de una diligencia corriente: hay una demanda 

que trasciende incluso la demanda de justicia.


Ascensión no pide nada más que recuperar los restos 

de su padre para darle una sepultura digna.

Pasaron más de nueve meses durante los cuales 

nadie  daba a la familia Mendieta ninguna 

información sobre el posible desenlace de su 

historia. Fueron meses de incertidumbre, ansiedad, 

esperanzas, tristeza. Incluso el estado de salud de 

Ascensión fue empeorando. (Ha sufrido una angina 

de pecho, tuvo que ser ingresada y está bajo 

tratamiento médico.) Las incertidumbres nunca 

ayudan en estos casos.


Finalmente, a través de los abogados que trabajan en 

la querella en Buenos Aires, la familia de Ascensión 

tuvo conocimiento de la respuesta (está fechada el 

30 de octubre de 2014, pero recorrió varios 

ministerios, en un país y el otro, antes de llegar al 

Juzgado argentino).


La respuesta es negativa: se acuerda dejar sin efecto 

la ejecución de la exhumación dado que no se ha 

acreditado “fehacientemente” que en la fosa 

señalada en el exhorto se encuentre el cuerpo de 

Timoteo Mendieta. 

Tras la decepción inicial, mucho más decepcionante 

por la larga e inexplicable espera, cabe preguntar: 

¿no es una característica propia de las fosas donde se 

han arrojado las víctimas de asesinatos la 

incertidumbre con respecto a lo que en esas fosas se 

va a encontrar? ¿Acaso puede haber seguridad de 

encontrar aquello que se ha procurado ocultar para 

que nadie lo encuentre?


Pero estas son sólo reflexiones. No pretendemos 

poner en duda las dificultades alegadas por la juez 

de Guadalajara para considerar imposible dar 

cumplimiento al exhorto. Sólo deseamos que esto 

sea una muestra más del horror que se vive en 

España. De un horror que perdura y se agrava a 

medida que va pasando el tiempo. Miles y miles y 

miles de personas arrojadas no se sabe dónde, que 

no son restituidos a sus familias ni siquiera cuando 

son ya un puñado de huesos. 

No sabemos dónde están nuestros muertos.

 Pretenden que sigamos caminando, cuando no 

sabemos siquiera sobre quiénes vamos caminando. 

Nuestros muertos pisoteados junto a nuestras 

memorias.


Por una parte la justicia parece trascender la muerte, 

pensar que los seres humanos somos eternos, que 

podemos esperar indefinidamente. Por otra, parece 

especular con la muerte: ya morirán algún día y 

dejarán de reclamar.


Si Ascensión se marcha sin haber logrado lo que 

buscaba, será una más que se marcha con el corazón 

destrozado por no haberlo logrado, como se han 

marchado ya tantas y tantos. El pesar no será sólo el 

de su familia. Será el de todos aquellos que, 

habiendo podido hacer algo para darle una respuesta 

a tiempo, no lo hemos hecho.


Ana Messuti

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