"Esa gente fue a España a luchar por la libertad y la democracia de un pueblo lejano con el que, en muchas ocasiones, no tenía el menor lazo", afirma el el querellante español José María 'Chato' Galante
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En el penúltimo día del viaje que ha traído hasta Argentina a
las víctimas del franquismo, los querellantes han rendido un homenaje a
los brigadistas argentinos que fueron a España para luchar a favor de
la II República durante la guerra civil.
"Cuando se produjo el
golpe de Estado contra la República democráticamente constituida, el
mundo vio asombrado cómo las democracias occidentales miraban para otro
lado mientras el fascismo apoyaba material, política y militarmente a los sublevados", explicó al público congregado el querellante español José María Chato
Galante. "Hubo gente que pasó del asombro a la indignación, y de la
indignación a la acción. Fue esa gente lo mejor de su generación, que
fue a España a luchar por la libertad y la democracia de un pueblo
lejano, y que en muchas ocasiones, no tenía el menor lazo con él",
afirma.
Los miembros de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CeAQUA), que están declarando estos días ante la jueza María Servini de Cubría,
decidieron colocar una placa de honor en la esquina del bar Iberia, en
el que cuelgan lámparas con los colores de la bandera republicana. Este
lugar, ubicado en Avenida de Mayo, era el punto de reunión de los
exiliados republicanos que aguardaban noticias sobre la Guerra Civil que
acababa de estallar.
"¿Cómo agradecerle al pueblo argentino su apoyo, que nos ha permitido hoy dar otra pelea contra la impunidad de la dictadura franquista?",
se preguntó Galante. "Pues con este homenaje al grupo argentino de las
Brigadas Internacionales, que fue uno de los más numerosos y
combativos". Este ex preso político del franquismo recordó también a Mika Feldman de Etchebéhère,
la única mujer de ese contingente que llegó a ser capitana de una de
las milicias populares. "En nuestro país no nos dejan poner una placa, y
aquí es un ejercicio extraordinario de lucha por los derechos humanos y
por recuperar la memoria", concluyó. "Y queremos rendir un homenaje a
los brigadistas de hoy, a vosotros, que nos habéis permitido luchar.
Sabemos que lo que hoy estamos haciendo no sería posible sin el apoyo de
la gente en Argentina".
La plataforma argentina de respaldo a la
querella, que acudió al evento, cantó el poema Coplas de Juan Panadero
de Rafael Alberti. Los miembros de CeAQUA estuvieron también presentes
en plaza de Mayo, donde acompañaron la ronda que Madres de Plaza de Mayo hace cada jueves en este lugar.
El exilio español
Entre
tanto, proseguían por tercer día consecutivo las declaraciones de los
querellantes españoles en el despacho de Servini de Cubría. La
querellante Elsa Osaba expuso las
deportaciones que sufrieron algunos españoles durante la dictadura.
Ella misma nació en Francia, después de que su padre, su abuelo y su tía
tuvieran que exiliarse. "A mis más de 60 años, he podido quitar el
tapón de toda una represión de 40 años de franquismo", relató a Público
tras salir del juzgado. La declarante es consciente, no obstante, de
que hubo una gran colaboración entre la policía y los Gobiernos de
Francia y España. "Las embajadas eran nidos de gente franquista",
recuerda.
Unos 10.000 exiliados españoles fueron enviados por
aquel entonces al campo de concentración de Mauthausen. Murieron allí
7.500. "Sigo viendo que las víctimas que sufrieron la deportación nunca
han tenido una satisfacción desde el Gobierno español", reflexiona
Osaba. "Sí hubo una plaquita por parte del rey porque hacía bonito, pero
la placa es tan pequeña como su interés. Y de los Gobiernos sucesivos, sólo Zapatero quiso implantar la memoria Histórica, pero fue insuficiente".
Su querella termina con la siguiente frase: "Deseo que el Jefe de
Estado responsable subsidiario de toda esta monstruosidad pida perdón".
Osaba comparó al ex presidente Jacques Chirac, que solicitó perdón por
la masacre que realizaron sus generales a los soldados en la I Guerra
Mundial, con el rey Juan Carlos, que llegó a decir en sus primeros
tiempos como jefe de Estado que no quería que se hablara mal de Franco
en su presencia. Como heredero del dictador, "tiene que pedir perdón", sentencia la querellante.
Asesinatos indiscriminados
"El
haber podido hablar por primera vez ante una jueza de las atrocidades
del franquismo es un alivio. Me quedo con la sensación del deber
cumplido", argumentó, por su parte, María Josefa Zorroza, otra de los
cuatro declarantes que en esta jornada dio su testimonio ante la
Justicia.
Ella se querella contra el alzamiento de los sublevados
franquistas que fusilaron a su tío Teófilo Zorroza, a 40 tripulantes
más, y a dos pasajeros de un buque mercante con carbón que navegaba por
el Cantábrico. Los asesinaron por "traidores a la patria",
en tres grupos, a razón de catorce por día. "Se nos están muriendo los
familiares directos de las víctimas", urgió. "Tenemos mucha prisa por
que se haga justicia".
La complicidad de la Iglesia y el Vaticano
Felipe
Izaguirre Esnal ha acudido ante los tribunales de Argentina para
"denunciar la complicidad de la Iglesia en el silencio de las torturas"
que sufrió junto a 16 curas, los cuales también se querellan bajo su
nombre. "Remarco la complicidad de la Iglesia y del Estado en la
creación de una cárcel especial en Zamora para los sacerdotes, porque
nosotros nos negábamos a ir a un convento tal y como ordenaba el
concordato. Por allí pasaron más de 50 sacerdotes vascos", destacó Izaguirre.
A
los tres años de prisión, que cumplió en 1972, se secularizó y cumplió
cuatro años más de condena junto con otros presos políticos. Ahora se ha
querellado contra la Iglesia, y además, contra el Vaticano, "que es el
responsable de firmar el Concordato con el Estado que a nosotros nos
supuso la separación de todos los demás".
Paqui Maqueda es vicepresidenta de la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia,
y también declaró este jueves por las desapariciones forzadas y por el
robo de bebés que hubo durante la dictadura. "Tengo que agradecer a la
Justicia argentina que por fin haya adquirido la categoría de víctima
que mi propio país me niega: a mí, a mi familia, y a los 22.000 hombres y
mujeres cuyo nombre he puesto sobre la mesa de la jueza Servini de
Cubría por desapariciones forzadas", sostuvo.
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