EL ALBA DE NUESTRA COMPAÑERA SILVIA CARRETERO, MILITANTE DE C.G.T. Y TRABAJADORA DE ESTE AYUNTAMIENTO
La viuda de uno de los cinco últimos
fusilados por el régimen fascista del general Franco presenta demanda en
Buenos Aires (Argentina)
Si te dijera, amor mío, que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son estas que hieren como amenazas,
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.
Era la madrugada del 27 de septiembre de 1975. José Luis
Sánchez-Bravo Solla, de 21 años y estudiante universitario estaría,
seguramente, mirando aquella luna por el estrecho ventanuco de su última
celda. Su delito: ser militante del F.R.A.P. (Frente Revolucionario
Antifascista y Patriota) y estar acusado de la muerte de un teniente de
la Guardia Civil en agosto del mismo año. Sólo un mes entre la detención
y la ejecución de José Luis, tiempo suficiente para celebrar un Consejo
de Guerra sumarísimo sin las más mínimas garantías procesales.
Jamás se demostró la implicación de José Luis ni de sus
compañeros en la eliminación del -en aquel tiempo- agente de la
represión.
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Pero Silvia no podía estar allí aquella madrugada. Ella
también estaba presa en la cárcel madrileña de Yeserías después de haber
sido brutalmente torturada por la Guardia Civl en Badajoz como
consecuencia de su militancia en la F.U.D.E. (Federación Universitaria
Democrática Española) sección universitaria del F.R.A.P.
Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.
Silvia ya estaba embarazada de José Luis y un informe
médico aconsejó su puesta en libertad condicional por los peligros que
podía suponer su encarcelamiento para la gestación, Huyó a Francia, dio a
luz a su hija y sólo volvió a España tras la primera amnistía general
de 1976.
Miles de buitres callados van extendiendo sus alas
¿no te destroza, amor mío, esta silenciosa danza?
¡maldito baile de muertos!
pólvora de la mañana.
A las diez de la mañana, en punto, en un campo de tiro
de Hoyo de Manzanares, José Luis Sánchez-Bravo Solla, estudiante y
luchador
antifascista, fue abatido por siete disparos de CETME que, desde corta
distancia, impactaron sobre su rostro. De nada valieron las numerosas
peticiones internacionales de indulto, incluida la de El Vaticano. Al
dictador, dos meses antes de su propia muerte, no le tembló el pulso a
la hora de firmar aquellos asesinatos.
Mientras, los buitres, muchos de ellos aún vivos, siguen callando.
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Ni al alba ni nunca. Silvia jamás abandonó a José Luis
ni a lo que representó como luchador y resistente ante la dictadura
fascista y el capitalismo. Silvia continuó militando y es nuestra
compañera en la Sección Sindical de la C.G.T. en el Ayuntamiento de
Madrid. Pero Silvia, hasta ahora, nunca había presentado ninguna demanda
ni querella por la natural desconfianza de la gente de bien hacia un
sistema judicial que había prestado juramento de fidelidad a los
principios del Movimiento Nacional. Es ahora, cuando ha visto lo que le
está sucediendo al juez Garzón -que no es santo de nuestra devoción por
otras cuestiones- que se ha dicho: "hasta aquí hemos llegado, para uno
que quiere desempolvar los trapos sucios del franquismo,van y lo juzgan a
él". Con las mismas voló hasta Buenos Aires y el 3 de mayo ha
presentado una imputación formal en la que ofrece nombres y apellidos de
los agentes que la torturaron, por lo que se querella tanto a título
personal como por la detención y fusilamiento de su marido.
Adelante, Silvia, todos estamos contigo y contigo
queremos ver ese nuevo alba, ese amanecer de la justicia para todos los
represaliados del fascismo franquista.
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