Ana Messutti: Un sistema jurídico que deja graves crímenes sin enjuiciar
está viciado
Revista R@mbla Entrevista 30/7/12 en Barcelona
Texto: Juan Manuel Zuruta. Fotos: Francesc Sans
Tribunales
argentinos acogen denuncias contra los crímenes del franquismo.
La
abogada Ana Messuti es un de la profesionales que hoy trabaja en las querellas
que se están presentando contra los crímenes del franquismo en un tribunal
argentino. En ese marco estuvo de visita en Barcelona para trasmitir
información y contactar a algunas de las víctimas que se harán parte del
proceso.
Cuenta que gran parte de la
motivación para comenzar con esta campaña vino luego de lo sucedido al juez
Baltazar Garzón, sin olvidar que hechos como la detención de Augusto Pinochet
en Londres, o la condena al represor argentino Adolfo Scilingo por parte del
Tribunal Supremo de España, fueron un incentivo para intentar poner fin a la
impunidad de los crímenes de lesa humanidad.
Hoy los procesos están a la
espera que en septiembre la jueza María Servini de Cubría se instale en la
embajada argentina en Madrid y, dependiendo de la cantidad de denunciantes que
existan en Catalunya, se traslade luego a Barcelona.
¿Cuál
es la motivación central para este proceso?
Los temas están abiertos y
por lo mismo existe la necesidad de aclararlos. Hace poco tuve una discusión en
ese contexto con un colega en Salamanca, un chileno que me decía, a propósito
del homenaje que se le hizo en Chile a Pinochet, que en el marco de la libertad
de expresión teníamos que dejar que se hiciera. Yo le respondía que ese
homenaje es un delito, pues se trata de una forma de apología a los crímenes.
El homenajeado ha sido declarado judicialmente genocida y autor de crímenes
contra la humanidad, por lo tanto es un homenaje a un asesino.
Por ello es importante que la impunidad no gane gracias al tiempo trascurrido, pues un sistema jurídico que no es capaz de hacerse caso de enjuiciar tan graves crímenes, es un sistema viciado y pierde credibilidad.
Ahí Ana hace hincapié en la
importancia del derecho y del principio de proporcionalidad de las penas “si no
castigamos a quien atenta contra la vida de alguien o a quien roba un niño a su
madre, el sistema esta viciado, y por lo tanto, tampoco podemos juzgar a quien
roba un auto, que es un delito bastante menor.
Por eso, no es sólo memoria
histórica, es una memoria activa.
Yo justamente hice un trabajo que decía ¿qué le pide la memoria al derecho? Y lo que le pide es que haga algo concreto; que haga justicia”.
¿Cómo
se ve el panorama hacia el futuro?, ¿es posible el “nunca más” al constatar la
percepción que va teniendo el resto de la población en torno a estos delitos y
sus juicios?
Esa reflexión es muy
importante y no se hace mucho. Hoy mismo y frente a la crisis que esta viviendo
España, una parte de la población no tiene una opinión muy favorable de estar
removiendo estas cosas.
En cambio, hay muchos otros
que tienen el tema muy arraigado, que han sufrido mucho y que desde hace tiempo
están luchando para que se reconozca que fueron víctimas de crímenes.
También hay una gran
cantidad de gente, une enorme cantidad de gente que quiere participar y existen
tres formas de hacerlo. Como querellante, como denunciante o como adherente.
En general la gente decide
involucrarse desde el punto de vista más activo que es como querellante.
Los adherentes son quienes
firman un documento de apoyo a la querella. Esas adhesiones las estamos
reuniendo a través de una red de asociaciones y que integran entre treinta y cuarenta
entidades ligadas a la memoria histórica, colectivos de represaliados, como los
de La Comuna, que es una asociación de ex presos políticos de los años finales
del franquismo u otra asociación de ex presos más antiguos.
Mucha
gente tiende a pensar que éste es un conflicto que se remite a la Guerra Civil
y sus años inmediatos, pero el gobierno franquista terminó en los setenta,
entonces. ¿Hasta cuándo se suman querellas?
El período que abarca esta
causa se extiende desde 1936 hasta 1977, fecha de las primeras elecciones
democráticas. Durante todo ese tiempo se ejecutó un plan sistemático para
aterrorizar a los españoles que tuvieran determinadas ideas políticas; las
contrarias al régimen. Ese es el marco cronológico, no solamente la Guerra
Civil, sino todo lo que vino después.
Y
la recepción de casos, ¿Quiénes son los querellantes?
Los dos primeros
querellantes son Darío Rivas, quien tiene hoy noventa y dos años y es hijo de
Severino Rivas, alcalde republicano de Lugo asesinado en 1936, e Inés García Holgado,
quien reside en Argentina y tiene tres parientes ejecutados en ese período. A
ellos se sumaron la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de
España y muchas otras relacionadas a los derechos humanos en Argentina.
Luego se fueron incorporando
otras personas desde España y cuyos casos en general corresponden a familiares
que buscan justicia para sus padres, tíos o abuelos.
Posteriormente lo hicieron asociaciones como La Comuna que incluso se presentó, a través de sus representantes en el juzgado argentino, a declarar ante la jueza.
Es decir, el ámbito
temporal es amplio y no remoto.
Y respecto a los victimarios ¿hay responsables vivos aun?
Hay muchos. Por supuesto la investigación se facilita bastante cuando el caso es más reciente y la víctima lo ha sufrido en carne propia.
El querellante tiene que
ser una víctima directa o tener una relación de parentesco con la víctima. En
el primer caso, las víctimas suelen recordar a sus torturadores, y muchos de
ellos aún viven. Por eso no es una cosa tan remota como tú ya decías, algo que
pasó hace mucho tiempo, sino que es algo que está latente, todavía está la
víctima y todavía el verdugo y se pueden encontrar.
Pero en otros casos, los
más antiguos, si la víctima vive aún, o sus familiares, todavía está la
memoria, todavía quedan abiertas las heridas. Por eso es fundamental que la
justicia le gane su combate al tiempo.
¿Quiénes
se pueden hacer parte de este proceso?
Este caso no es sólo para
los argentinos o los españoles de Argentina como muchos han creído, es para
todos quienes han sido víctimas del franquismo.
¿Y
porque surge en argentina esta iniciativa?
No se trata de devolver los
favores que España le ha hecho a la Argentina, entiéndase por ello el juicio de
Scilingo, sino que los temas de derechos humanos son un tema universal. En este
caso Argentina está ejerciendo la jurisdicción internacional pues lo que
determina la internacionalidad de la jurisdicción es la gravedad de los
crímenes. Es decir, para otro tipo de casos en derecho internacional hay puntos
de conexión que pueden ser la nacionalidad de la víctima, del autor o el lugar
de comisión del delito. Ahí entran en juego todos los parámetros de derecho
internacional para determinar a qué tribunal le corresponde. Pero en cambio,
cuando la gravedad de los crímenes es tal, ya no necesitamos puntos de
conexión, se ejerce la jurisdicción internacional y se ejerce bajo el principio
de concurrencia de jurisdicciones.
Entonces, si ahora un
tribunal español comenzara a juzgar el mismo caso, no tenemos por qué suspender
la causa argentina. Podemos trabajar simultáneamente y los problemas que pueden
resultar son solamente prácticos y se resuelven entre los juzgados cuando hay
voluntad de juzgar.
Y
respecto a ese punto, la voluntad de juzgar ¿cómo esta la recepción de los
tribunales españoles al trabajo que están realizando ustedes?
Todo depende mucho de quién
se trate. Hay grupos de abogados jóvenes y no tan jóvenes que tienen una
actitud muy positiva.
Con respecto a los
tribunales no sabemos. Sabemos sólo lo que nos dice la fiscalía cada vez que se
manda un exhorto y que en el último que fue enviado, España nos ha respondido
que la justicia ya se está ocupando del tema. Se refieren al auto de Garzón de
octubre del 2008 sin referirse a lo que pasó en diciembre cuando se revocó ese
mismo auto. La actitud respecto a esta causa es bastante incomprensible. Hay
sobre ello un informe muy interesante de Amnistía Internacional.
Con eso se logra, además de
hacer desaparecer a las víctimas, hacer desaparecer a los victimarios y eso es
terrible.
Y respecto a los victimarios. ¿Se ha logrado entrevistar a alguno, tomar
declaración?
Todavía no. Por el momento
mi trabajo consiste en contactar a los querellantes, recibir el poder notarial,
redactar las querellas y luego las mando a Buenos Aires.
Hay
personas que han tenido que esperar décadas, más de cincuenta años. ¿Cómo es
hoy para ellos enfrentarse al tema?
Es muy emocionante, no sé,
cuando la gente me agradece pienso que soy yo quien tiene que agradecerles por poder
ejercer mi profesión en una causa como ésta.
Por ejemplo, hay un caso de
una señora a quien le fusilaron a su padre, lo que ha sido muy traumático para
ella. Su hija nos contactó y es ella quien se querella por su abuelo.
La señora, su madre, que
tiene casi noventa años padece alzhéimer y lo único que recuerda es el momento
en que se llevan a su papá; he podido hablar con ella por teléfono y la hija le
pregunta “mamá, ¿qué pasó con el abuelo?” y ella responde “se lo llevaron”, y
“¿quiénes se lo llevaron?” y la señora responde “los francos”.
Y muchos otros casos tan
conmovedores como ese. Muchas personas sienten que mediante las querellas ante
la justicia argentina hoy pueden cumplir con su deber frente a sus familiares.
Hasta
el momento ¿Cuántos casos tienen contabilizados?
Aproximadamente cien casos
y eso ha sido impresionante pues hasta febrero apenas contábamos con los dedos
de las manos los casos que teníamos, pero luego que el Supremo dio el portazo,
la gente se decidió. Incluso hoy hay algunos que dudan si presentar el caso con
nosotros por si se les llega a abrir luego la puerta de la justicia española y
les decimos que la jurisdicción universal es concurrente por lo tanto admite
que se puedan juzgar esos graves crímenes en distintos foros.
¿Y la recopilación de información para los casos?
Tenemos mucha información, casos exhaustivamente documentados. Sin embargo hay otros casos en que no consta nada en papel. Entonces ahí uno no puede ponerse exquisito exigiendo documentos que muchas veces no existen, porque hay que enmarcar esto dentro de un contexto de crímenes contra la humanidad, de genocidio.
Además estos crímenes suelen ir acompañados del ocultamiento del crimen y de sus pruebas, como en el genocidio nazi donde se buscaba, además del atropello a la vida y los derechos fundamentales, esconder las pruebas que pudieran incriminar a los culpables.
Por eso, no hay que
autocensurarse ante la falta de pruebas, la jueza ponderará cada caso.
Recién
me hablabas de lo emocionante que resulta hablar del tema a las víctimas ¿Cómo
están las redes de apoyo para el tema psicológico?
Eso fue planteado
precisamente hoy, pues en una reunión surgió el tema. Hay asuntos latentes, no
estamos tratando cualquier cosa, afloran situaciones muy traumáticas en esta
causa.
Sin embargo, hay muchos que
prefieren no tomar una actitud victimista, por ejemplo los que dicen: a
nosotros nos encarcelaron y nos torturaron porque nosotros teníamos una postura
activa de lucha por la libertad.
Pero sobre todo hay una fuerte motivación para enfrentar a la impunidad.
¿Cómo
se puede invitar a que más gente se sume?
En este caso las
asociaciones cumplen una función muy importante. A través de ellas muchas
personas se han unido a la querella. No obstante, es necesario que se informe a
la gente de esta posibilidad que tienen hoy para recurrir a la justicia.
Me
surge una duda, en el caso de países donde se han vivido atrocidades mucha
gente puede tender a minimizar su sufrimiento en comparación a otro, es decir,
quien fue golpeado o detenido siente que en comparación a otros que han sufrido
la desaparición o el fusilamiento de familiares su caso se minimiza.
Tienes razón. No se trata
de que las personas se autoexcluyan por con considerar menor sus grados de
sufrimiento. Si una persona fue golpeada por la policía, eso ha constituido un
atropello a sus derechos. No debe pensar que su caso queda excluido.
Por eso es importante
informarse y darse cuenta que denunciar puede transformarse en un deber para
que la justicia haga su trabajo y desde ahí poder decir que “el nunca más”
pueda creerse, pueda construirse sobre la base de una verdad y una justicia que
llegue a las víctimas, si no, tal como señalaba, el sistema esta viciado y no
puede hacerse cargo de delitos mucho menores en comparación a los graves
atropellos a los derechos humanos.
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