Argentina tiene abierta una causa para investigar, escuchar a las víctimas, perseguir a los culpables del genocidio español
Un camino de Justicia se abre en América Latina
ANA MESSUTI | 17/noviembre/2012 El
 lunes 12 de noviembre se hizo entrega a las autoridades de la Embajada 
argentina Madrid de 5.000 firmas de apoyo a la querella argentina por 
las víctimas del franquismo. Frente a la Embajada, un nutrido grupo, con
 una pancarta muy elocuente, celebraba la “justicia que venía de la 
América Latina”. La pancarta era muy elocuente porque, junto a una 
imagen, que suelen mostrar las asociaciones de memoria histórica: las 
fosas donde aún reposan muchísimas víctimas del franquismo, había una 
imagen de las madres de la Plaza de Mayo, llevando delante, como 
siempre, las fotos de sus hijos desparecidos.
Las dos imágenes 
contiguas mostraban la íntima solidaridad entre los grupos de víctimas 
de ambos países: unas, reclamando a sus padres y abuelos, otras 
reclamando a sus hijos… Sin embargo, hay una enorme diferencia entre 
ellas: unas están obteniendo una respuesta de la justicia a sus 
irreparables pérdidas; las otras, en cambio, sólo obtienen silencio y 
más silencio de quienes deberían responder a sus preguntas, a sus 
reclamos, a su más elemental pedido de justicia.
Pero esa enorme 
diferencia está siendo superada: no sólo las víctimas muestran su 
solidaridad, también la justicia argentina se muestra ahora solidaria 
con las víctimas españolas. En realidad, si no lo hiciera, faltaría a un
 elemental principio de coherencia: no puede seguir respondiendo a un 
grupo de víctimas y no dar una respuesta al otro grupo, no puede estar 
juzgando a sus propios criminales y desatender las demandas de las 
víctimas españolas.
Mucho se habla de que la justicia argentina 
devuelve un favor a España, cuyos tribunales, al comenzar los juicios a 
los genocidas argentinos y chilenos, dieron un importante estímulo a los
 tribunales de ambos países latinoamericanos para que comenzaran a su 
vez a juzgar a sus propios criminales. Pero no se trata de ello. Se 
trata de una obligación que la Argentina está cumpliendo no sólo ante 
España sino ante toda la comunidad internacional. En realidad, es una 
obligación que deberían cumplir todos los Estados que integran esa 
comunidad, porque la jurisdicción internacional va acompañada del 
principio de concurrencia de jurisdicciones. ¿Qué significa este 
principio? Que todos los Estados son competentes para hacer respetar las
 normas internacionales de derechos humanos, para impedir la impunidad 
de los crímenes más graves, para juzgar a sus autores y reparar a sus 
víctimas.
Por lo tanto, la justicia argentina, según los términos
 jurídicos, es competente de conformidad con el principio de 
jurisdicción internacional. No obstante, detrás de los términos 
jurídicos, principalmente del derecho penal, se esconde siempre un 
drama, una tragedia. (El derecho penal es la rama más “dramática” del 
derecho). El principio de jurisdicción penal internacional es aplicable 
cuando se han cometido crímenes tan graves que despiertan la indignación
 de toda la comunidad internacional. Tres veces se repite la palabra: 
internacional, para calificar los crímenes; internacional, para 
calificar la comunidad; internacional, para calificar la jurisdicción.
¿Por qué nos movemos en el ámbito internacional?
¿Por qué nos movemos en el ámbito internacional?
Porque
 no puede haber fronteras nacionales, ni geográficas, ni jurídicas ni 
temporales que permitan ocultar la comisión de crímenes que afectan a la
 humanidad entera. Ni se puede silenciar a quienes han sido víctimas de 
tales crímenes.
Por ello, por todo ello, la justicia argentina 
tiene abierta una causa para investigar, escuchar a las víctimas, 
perseguir a los culpables del genocidio español. Concretamente, en el 
Juzgado Federal Criminal y Correccional Nº 1, a cargo de la jueza María 
R. Servini de Cubría, se están investigando los crímenes del franquismo.
 El 14 de abril de 2010, se presentó ante dicho Juzgado una querella, 
muy extensa y bien fundamentada en el derecho internacional, por los 
“delitos de genocidio y/o de lesa humanidad que tuvieron lugar en España
 en el período comprendido entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio
 de 1977”. A los dos primeros querellantes, familiares de víctimas 
españolas, y a la Asociación para la Recuperación de la Memoria 
Histórica (que envió un representante desde España), se unieron, también
 como querellantes, diversas asociaciones civiles y de derechos humanos 
argentinas, haciendo propio el dolor y haciéndose eco de la demanda de 
justicia de las víctimas españolas.
La causa está abierta desde 
hace más de dos años. Ha tenido que superar algunos obstáculos 
jurídicos, resueltos en la apelación; y sin duda tendrá que superar 
muchos otros. La causa avanza. Si bien al principio los querellantes 
fueron pocos, desde febrero (con la sentencia del Supremo en el juicio 
contra Garzón) los querellantes van en aumento: ya hay más de un 
centenar y se prevén muchos más. La composición del grupo de víctimas es
 muy variada: no hay sólo víctimas de la primera época, “paseados” y 
asesinados por los falangistas, condenados a muerte por los tribunales 
especiales, sin ningún tipo de garantía ni defensa, y fusilados, cuya 
memoria es recordada y reivindicada por sus familias, que también han 
sido victimizadas; hay víctimas directas de las cárceles y las torturas 
que persistieron hasta las postrimerías del régimen. Y hay muchísimos 
que han sido “los niños robados” del franquismo, que nunca han conocido a
 sus padres, que tal vez incluso hoy ignoran su verdadera identidad.Es
 una causa enorme, compleja. Muchos nos señalan que es demasiado enorme,
 demasiado compleja: hay muchas víctimas, hubo muchos crímenes, ha 
pasado mucho tiempo. Todas estas razones que aducen algunos para olvidar
 y hacer como si nada hubiera pasado, son razones poderosas para no 
olvidar y hacer cuentas con lo sucedido.
La justicia no puede hacerse sin dificultad. Pero lo que no se puede de ningún modo es “no hacer justicia”.¿Qué
 valor pueden tener los derechos humanos proclamados en los tratados 
internacionales suscritos por todos los países si quienes masacran a sus
 propios pueblos pueden hacerlo sin que ningún tribunal de la tierra les
 haga rendir cuenta de sus crímenes?
Si bien no se ha podido 
concretar el esperado viaje de la jueza (por lo menos de momento), las 
declaraciones que se habían previsto se harán por videoconferencias. Y 
luego vendrá la etapa siguiente: las declaraciones indagatorias que 
deberán prestar los posibles imputados, y así sucesivamente… la marcha 
de la justicia seguirá su curso. Sin embargo, hay algo que debemos tener
 presente: esa marcha en sí misma es un triunfo. Un tribunal de justicia
 ha abierto sus puertas a las víctimas olvidadas, postergadas, 
silenciadas.
Ana Messuti es abogada y participa en la querella argentina contra los crímenes del franquismo
 
